sábado, 11 de enero de 2014

¿Se contradice la Biblia?

La respuesta que da la Biblia

Todo lo contrario: la información que contiene la Biblia es coherente de principio a fin. Algunos pasajes pudieran dar la impresión de contradecirse entre sí, pero hay que tomar en cuenta los siguientes factores a fin de entender su verdadero sentido.
  1. El contexto. Cuando distintos pasajes de una obra se citan fuera de contexto, alguien pudiera concluir que se contradicen entre sí.
  2. El enfoque del escritor. Aunque dos testigos describan cierto suceso con exactitud, no tienen por qué usar las mismas palabras ni incluir los mismos detalles.
  3. Los datos históricos y las costumbres de la antigüedad.
  4. El sentido literal y simbólico de las palabras. Tenemos que distinguir con cuál de estos dos sentidos se está empleando cierto término.
  5. La autoría de una acción. A veces se le atribuye una acción a alguien que no la llevó a cabo personalmente.
  6. La traducción. Es imprescindible utilizar una traducción bíblica que sea exacta.
  7. Lo que realmente enseña la Biblia. Nuestro modo de entender la Biblia podría verse afectado por ideas o tradiciones religiosas equivocadas.
Teniendo presentes estos factores, será más fácil aclarar las aparentes contradicciones. Los siguientes ejemplos lo demuestran.

Factor 1: El contexto

La Biblia dice que Dios “ha estado descansando”, pero también afirma que “ha seguido trabajando hasta ahora”. ¿Cómo es posible esto? La primera afirmación aparece en Génesis. Allí se declara que Dios “procedió a descansar en el día séptimo de toda su obra que había hecho”. ¿A qué obra se hace referencia aquí? Según el contexto, a las obras de creación relacionadas con la Tierra. Así que Dios descansó en el sentido de que cesó de crear (Génesis 2:2-4). Entonces, ¿por qué dijo Jesús respecto a Dios: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora”? (Juan 5:17.) Obviamente, Jesús se refería a otras obras que Dios estaba realizando, tal vez la de inspirar la Biblia o la de dirigir y cuidar a sus siervos en la Tierra (Salmo 20:6; 105:5; 2 Pedro 1:21).

Factores 2 y 3: El enfoque del escritor y los datos históricos

Cuando Jesús hizo el milagro registrado en Lucas 18 y Mateo 20, ¿estaba saliendo de la ciudad de Jericó, o más bien estaba entrando? El Evangelio de Lucas informa que Jesús curó a un ciego “al acercarse [...] a Jericó”. Pero el relato paralelo de Mateo dice que había dos ciegos y que Jesús los sanó “al salir [...] de Jericó” (Lucas 18:35-43; Mateo 20:29-34). En realidad, los relatos se complementan presentando distintos enfoques. Mateo fue más específico al indicar que había dos ciegos. Pero Lucas no se centró en la cantidad. Se limitó a destacar que Jesús habló con un ciego en particular, lo cual no descarta el hecho de que hubiera otro ciego. ¿Y qué puede decirse del lugar? Los arqueólogos han descubierto que en esa época Jericó se componía de dos ciudades: la antigua ciudad judía y la nueva ciudad romana. Entre ambas había una distancia de más o menos kilómetro y medio (una milla). Lo más probable es que Jesús estuviera entre las dos ciudades al realizar este milagro.

Factor 4: El sentido literal y simbólico de las palabras

¿Será destruida la Tierra, o existirá para siempre? La Biblia asegura que “la tierra subsiste siempre” (Eclesiastés 1:4, Martín Nieto [MN], 1992). Esto quizá parezca contradecir otro versículo bíblico que afirma que “los elementos del mundo quedarán hechos ceniza y la tierra con todo cuanto hay en ella desaparecerá” (2 Pedro 3:10, MN). Pues bien, la Biblia usa la palabra tierra en sentido literal para referirse a nuestro planeta, pero también la usa en sentido simbólico para referirse a la gente que vive en ella (Génesis 1:1; 11:1). Visto así, lo que se describe en 2 Pedro 3:10 no es la destrucción de nuestro planeta, sino “la destrucción de los hombres impíos” (2 Pedro 3:7).

Factor 5: La autoría de una acción

En Capernaum, ¿quién le pidió ayuda a Jesús: el oficial del ejército, o unos mensajeros? En Mateo 8:5, 6 leemos que el propio oficial romano acudió a Jesús; mientras que en Lucas 7:3 se dice que aquel hombre mandó a algunos ancianos de los judíos a pedirle ayuda. Lo que sucede en este caso es que el oficial fue quien decidió recurrir a Jesús, pero en vez de ir personalmente, envió a unos mensajeros.

Factor 6: La traducción

¿Somos todos pecadores, o hay cristianos que no pecan? Respecto al pecado, la Biblia enseña que todos lo heredamos del primer hombre, Adán. De modo que todos pecamos (Romanos 5:12). No obstante, algunas traducciones podrían dar la impresión de contradecir dicha enseñanza al afirmar que un cristiano “no comete pecado” o que “no pecará” (1 Juan 3:6, Biblia Traducción Interconfesional; Nueva Traducción Viviente). Cabe señalar que en 1 Juan 3:6, el verbo griego equivalente a pecar está expresado en tiempo presente, que en ese idioma por lo general denota una acción continua. Hay que recordar que no es lo mismo cometer errores por haber heredado el pecado —algo inevitable— que pecar de forma constante y deliberada. Tomando en cuenta esto, algunas traducciones bíblicas despejan toda posible contradicción declarando de forma exacta que nadie que sigue a Cristo “practica el pecado” o “se da al pecado” (Traducción del Nuevo Mundo; Nueva Biblia Española).

Factor 7: Lo que realmente enseña la Biblia

¿Es Jesús igual a Dios, o inferior a él? Jesús afirmó: “Yo y el Padre somos uno”, pero también declaró: “El Padre es mayor que yo” (Juan 10:30; 14:28). Para entender esas declaraciones, hay que averiguar bien lo que la Biblia enseña sobre Jesús y su Padre, en vez de tratar de meter con calzador una explicación que defienda la doctrina de la Trinidad. La Biblia no enseña que Jesús y su Padre sean parte de una Trinidad. Más bien, muestra claramente que el Padre de Jesús —que se llama Jehová— es también el Dios a quien Jesús mismo adora (Mateo 4:10; Marcos 15:34; Juan 17:3; 20:17; 2 Corintios 1:3). Por lo tanto, es imposible que Jesús sea igual a Dios.
Entonces, ¿qué quiso decir Jesús cuando declaró: “Yo y el Padre somos uno”? El contexto revela que se refería a la unidad de propósito con la que él y su Padre actúan. Unos versículos más adelante encontramos estas palabras de Jesús: “El Padre está en unión conmigo y yo estoy en unión con el Padre” (Juan 10:38). Además, Jesús ofreció a sus discípulos la oportunidad de gozar de esa misma unidad, tal como expresó en oración a su Padre: “Les he dado la gloria que me diste, para que ellos sean uno así como nosotros somos uno. Yo en unión con ellos y tú en unión conmigo” (Juan 17:22, 23).
 

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